El camino

A quien se siente llamado por el Señor a seguirlo por el camino monástico, la comunidad de Santa María de la Epifanía le ofrece su ayuda, mediante un proceso de integración y conocimiento mutuo que puede resumirse de esta forma:

Etapas de formación

Un tiempo de mutuo conocimiento a través de algunas estadías en el monasterio, espaciadas una de otra, y crecientes paulatinamente hasta una experiencia de tres meses continuos compartiendo la vida con los monjes. Este contacto entre la comunidad monástica y el hermano que toca la puerta del monasterio, aporta elementos valiosos para el discernimiento inicial. San Benito pone especial énfasis en los requerimientos para ingresar al monasterio:

No sea recibido con premura quien llega por primera vez para ingresar a la vida monástica, sino, como dice el Apóstol, «hagan un discernimiento para ver si (el espíritu) pertenece a Dios» (…). Si el que ha llegado persevera llamando (…) désele entrada y que esté en la hospedería por algunos días (…). Después, viva en la residencia destinada a los novicios, en donde éstos meditan, comen y duermen (…). (El maestro) debe estar atento a si el novicio busca verdaderamente a Dios, si está siempre dispuesto para la Obra de Dios, la obediencia y las humillaciones. Prevénganlo de todas aquellas cosas duras y ásperas por las cuales se va a Dios.
Regla de San Benito, cap. LVIII

Monje en acompañamiento vocacional

Si tienes algún tipo de inquietud sobre la vida monástica benedictina o piensas que Dios te está llamando a la Escuela del Servicio Divino, puedes contactar al Maestro de Novicios, a través del número de WhatsApp de vocaciones.

Postulante y maestro

Postulantado

Después del tiempo dedicado a este discernimiento previo al ingreso, se inicia la etapa del postulantado que tiene un año de duración, y con el cual se comienza propiamente la experiencia monástica en forma continua compartiendo de lleno la vida con la comunidad.

Noviciado

Con el rito de iniciación monástica se empieza el noviciado, que dura entre año y medio y dos años, tiempo dedicado al estudio de la Regla, la historia, la tradición y la espiritualidad del monacato, y que posibilita al hermano el discernimiento en orden al compromiso con el Señor mediante la profesión monástica.

Profesión temporal

Profesión temporal

Al término del noviciado se hace, entonces, la profesión temporal, por tres años, prorrogables si fuera necesario, tiempo éste en el cual se continúa el esfuerzo de profundización en las fuentes monásticas, y se atiende también a la formación teológico-patrística. Muchos dan el nombre de Juniorado a esta etapa previa a la consagración definitiva del monje. Desde el noviciado, se viste de túnica negra, cinturón negro de cuero y un escapulario largo, también negro, con capucha. La cogulla, el símbolo de la consagración definitiva, que es una túnica de mangas muy amplias, será vestida al emitir los votos definitivos y perpetuos.

Profesión solemne

Con la profesión solemne y consagración monástica se llega al momento del compromiso definitivo: Promesa de  vivir para siempre  como monje en el seguimiento de Jesús en obediencia, estabilidad y conversión de costumbres. Este compromiso incluye los tres votos tradicionales (castidad, pobreza y obediencia)  y todas las demás implicaciones de la vida del monje, tal como son señaladas en la Regla y como las ha subrayado la tradición monástica. La estabilidad significa la vinculación a la comunidad y la radicación en el monasterio para toda la vida.

El que va a iniciarse, haga promesa en el oratorio, en presencia de todos los hermanos, de estabilidad, conversión de sus costumbres y obediencia, delante de Dios y de los santos, de tal manera que si en algún momento hiciera algo contrario a lo prometido, sepa que será condenado por Aquel a quien hace burla.
Regla de San Benito, cap. LVIII

Llegados a este punto, vale la pena aclarar lo siguiente: El monasterio no es una casa de formación sacerdotal. El hermano que ingresa viene a ser monje, a vivir “tomando por guía el Evangelio , como nos dice S. Benito desde el prólogo de la Regla, en el ritmo de vida anteriormente descrito.

Todos los hermanos de la comunidad reciben igual formación monástica y teológica, con las necesarias adaptaciones a las posibilidades y al proceso de vida de cada uno. Cuando la comunidad ve necesaria la presencia de otro hermano sacerdote, llama a la ordenación presbiteral a cualquiera de los monjes en quien, después de ponderado discernimiento, se perciben signos claros de vocación para el ministerio ordenado.

Los monjes-sacerdotes  viven su ministerio al interior de la comunidad monástica, y su ordenación no fundamenta ningún régimen de excepción en cuanto a observancias se refiere, al contrario, de ellos dice S. Benito que han de dar a todos mayor testimonio de humildad. El hermano que ingresa debe discernir, pues,  con mucha claridad desde el comienzo sobre su libertad interior frente a toda “expectativa sacerdotal”.