La vocación benedictina

La llamada a la vida monástica es un misterio en sí y una gracia, sin duda, que otorga el Señor a algunos. Hoy en día, la vocación monástica sigue siendo cuestión de pocos. Día tras día surgen nuevos institutos religiosos con aires contemplativos, intentando vivir, de alguna forma, el legado que el monaquismo ha depositado en la historia.

Los benedictinos somos parte de ese legado monástico, siendo una orden longeva, con 1.500 años de historia y que hoy se fortalece intentando ponerse al día con los avances de la sociedad y la tecnología, sin perder de vista el centro y la esencia de su ser en la Iglesia: la contemplación del Misterio Cristo.

Cómo ser monje

Los benedictinos hoy

Desde hace algunos años, la preocupación de los superiores que rigen los destinos de la Orden Benedictina ha sido, válidamente, la prosecución del benedictismo sin que se desvirtúe el carisma que san Benito, diligente y santamente, heredó de una forma expedita y objetiva a sus hijos y al futuro.

Un escritor y abad benedictino, Dom Stephan Hilpisch, se ha expresado bellamente sobre los elementos que consideraba esenciales mantener en el benedictismo moderno y que constituyen el ‘fondo’ de la vocación benedictina:

Estar ante Dios en el servicio de su alabanza, la renuncia al mundo, la pureza de corazón, la salmodia; la vida de comunidad fraterna, y el ligarse con el monasterio para toda la vida. Todo esto bajo la dirección de un padre espiritual, del abad”.

Aunque son elementos tomados de la Regla de San Benito, no cabe duda que resume convenientemente la visión del monje benedictino de hoy y de siempre.

Si se desea vivir como monje, hay que entender qué es la vida monástica en realidad. Es preciso que quien se interese por este estilo de vivir, lo conozca y escuche del Señor la pregunta: «¿Qué buscas? La senda monástica es una vida escondida en Cristo: el monje se hace partícipe de ella uniéndose a Él en la caridad, la acción y la adoración. Se ingresa a un monasterio para vivir con mayor plenitud, con mayor perfección y entereza en Cristo.

Ser monje en Santa María de la Epifanía

La vocación para ser monje benedictino se fundamenta en una profunda llamada espiritual hacia una vida de oración, trabajo y comunidad según los principios de la Regla de San Benito que establece un camino de equilibrio entre la vida contemplativa y la laboriosa, guiada por la búsqueda de Dios en todas las cosas.

En el monasterio benedictino Santa María de la Epifanía en Guatapé, Colombia, los candidatos a la vida monástica deben comprender y aceptar las exigencias de la Regla. Esta incluye una disciplina estructurada de horarios para la oración comunitaria (liturgia de las horas), el trabajo manual, el estudio espiritual y la lectura sagrada o Lectio Divina. La disposición del candidato debe reflejar una apertura y entrega total a la voluntad de Dios, manifestada a través de la obediencia al abad y a la comunidad monástica, así como la estabilidad en la vida monástica (permanencia en un solo monasterio).

Nuestra vida se caracteriza por la búsqueda de la perfección cristiana en la humildad, la obediencia, la castidad, la caridad y la paz. Los monjes benedictinos nos comprometemos a vivir en fraternidad y armonía, cultivando un espíritu de acogida hacia los demás y un profundo respeto por la creación de Dios. Además, se espera que los candidatos tengan un deseo ardiente de buscar a Dios y de progresar en el camino espiritual bajo la guía de la Regla y la tradición monástica.

Bendición del hábito monástico